Se apodera de una audacia impropia para balbucear en un código poco entendible, que el choque de su mirada sobre ella conduce de manera adrenérgica a sitios donde jamás su imaginación ha llegado.
Se deja dominar, convencer, conquistar, endulzar, se entrega a su fuego-juego, se escurre entre sus brazos, al sentir las caricias que caen en su piel.
Deja envolverse por ese ser, no importa que exija a cambio, su locura es descontrolable y absolutamente todo es igual a su lado.
Siente humillarse frente a su estar, es impactante, impulsivo y necesario inyectarse dentro de su fantasía, de su cuerpo, de esa realidad...
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