
Ordena cada nueva sensación entre los estantes de un corazón esclavo de una amnesia de sentir.
Intenta apurar un juego...
Lentamente, da un paso inseguro sobre esa fina ilusión,
como una equilibrista
Se suma a una comparsa de risas incoherentes, que la seducen y ecplipsan.
Con una delicadeza casi perceptible,
pide que curen sus heridas, sequen sus lágrimas de un pasado
y se arriesga a proponer que aquél se enriede en su alma.
Alma, pintada de sueños para compartit y cientos de caricias para regalar,
sólo para quién acepte el desafío.